Es cierto que no siempre la otra parte es perfecta, ni ideal, y a veces viene con hijos. Ya no podemos decir "a partir de los 25 años" como en mi juventud, que era lo normalizado, pero si es cierto que a veces, nos guste o no, es un factor importante en una relación.
Cuando sólo una parte tiene hijos y la otra no, puede ser fácil o difícil adaptarse. Fácil, porque no siempre tiene porqué ser un drama o un problema, y haber una aceptación desde el principio, pero puede ser una catástrofe enorme ya que no siempre suele ser así, y, en todas las edades, un episodio por el que pasar. "Que si no me gusta, si no es mamá, si eres grande para tener pareja, si no te conviene, si sólo te quiere por el dinero, si es muy superficial, si es más joven que tú, es muy mayor para ti ...". Hay un sinfín de motivos de desaprobación de la unión. Pero también saber hasta qué punto hay que valorar todo, aceptar algo o no consentirlo, limitar, reducir los encuentros o similares.
También es cierto que muchas veces son los padres quienes usan a sus hijos como excusa para seguir o no algunas relaciones: a veces, "es que a mí hijo le caes muy bien" o "no le gustas a mí hijo" son razones usadas para continuar o dejar la relación, y, a veces verdad, pero a veces, no. Profesional y personalmente recomiendo no usarlos, ni que sean ellos quienes siempre elijan la continuidad o no de la relación, ya que los padres e hijos pueden no tener mismos valores o sentido de relaciones, y si es la pareja del padre o madre, no es la del hijo. Qué pueda opinar, comentar o señalar algunos factores, perfecto, pero no siempre debe ser el detonante o causa de continuar o romper la relación, ni quién sea el o la juez incuestionable (a no ser que haya malos tratos de cualquier índole por parte de uno de ellos o ambos).
Así pues, que no sea "es que a mí hijo no le gustas" la causa de ruptura de muchas parejas, ya que muchos acaban añorando ex parejas por la descendencia, o continuar con alguien sólo porque a tu "rebaño" le gusta y a ti no tanto.
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