A veces es triste ver cómo hay gente que prefiere al cruel extirpador de clitoris que a la monja autoritaria. Son descripciones frente a personas que quizás no se conforman con el sistema existente, y está claro que los radicales no son buenos. Pero puestos a elegir, deberíamos considerar los pros y contras de ambos y razonar quién puede ser más razonable.
Volvamos a la realidad y diversidad en todos los sentidos y formas.
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